En Kosovo, el país más pobre de Europa, hay pocas oportunidades de empleo para una población de la cual el 43% tiene menos de 25 años y la mayoría de los adultos del país desean mudarse al extranjero para trabajar lejos de una corrupción y un nepotismo desenfrenados. Sin embargo, no obstante este sombrío panorama, en la república balcánica —no reconocida como Estado soberano hasta por 81 miembros de las Naciones Unidas— se cuenta al menos con un elemento positivo: la electricidad barata. Para un selecto grupo de emprendedores con conocimientos de tecnología y que pueden reunir lo suficiente para invertir en un rig o equipo especializado, la minera digital se ha convertido en una fuente de ingresos fiable.
Como te explicamos con más detalle en este artículo de ClavePrivada, los mineros digitales ven recompensada su inversión en equipos y en energía, que utilizan para contribuir a la generación de bloques en la blockchain de una criptomoneda, con una suculenta recompensa, generalmente cierta cantidad de la misma moneda virtual que se trabaja, siendo la minería de bitcoins la más popular y practicada de todas. Este proceso, sin embargo, para que se lleve a cabo con éxito, requiere un alto y continuo consumo de energía, y se realiza de forma más efectiva en grandes instalaciones o granjas mineras, establecidas en países donde, por lo general, se cumplen estos tres requisitos: electricidad barata, conexiones a internet rápidas, y clima frío para que los equipos mineros (que producen calor constantemente) puedan refrigerarse de manera eficiente y veloz.
Rusia, Islandia, Canadá y, sobre todo, el norte de China han venido siendo hasta hoy las principales áreas de minería digital en el mundo. Pero dado que en Islandia y Canadá las compañías eléctricas, alertadas por el excesivo consumo, están subiendo los precios o reduciendo el total de energía disponible para esta actividad, mientras que en China y Rusia recientemente han ido surgiendo impuestos y/o regulaciones para limitarla, los mineros de un país como Kosovo se encuentran hoy en una buena posición para obtener beneficios con la minería de criptomonedas.
¿Por qué Kosovo? Pues por motivo de que a la falta de regulación en este ámbito y un bajo costo de vida, se une muy especialmente el hecho de que el precio de la electricidad en Kosovo es el segundo más barato de Europa (únicamente por encima de Ucrania), con sólo 7 céntimos de euro por kilovatio hora, en comparación por ejemplo con los 22 céntimos que cuesta en España.
De este modo, aunque el precio del bitcoin se encuentra hoy a casi un tercio de como estaba a fines del 2017, y el coste de los equipos de minería ha aumentado, todavía es posible ganarse la vida cómodamente bajo las deprimidas condiciones sociales y económicas del país.
Un programador informático entrevistado por la agencia de noticias Reuters, Kastriot Kolgeci, de 26 años, dijo que se había asociado con otras tres personas en la capital de Kosovo, Pristina, para invertir 60.000 euros en la construcción de un equipo —un rig de minería— dentro de un contenedor de carga, con una unidad de procesamiento gráfico o GPU 480. Para Kolgeci, con el equipo generando alrededor de 14.000 euros mensuales, aun descontados el gasto de electricidad, unos 5.000€, y los pagos a cuenta de la inversión primera, su retribución económica es superior a la que obtenía anteriormente como programador de software.
Otro minero kosovar declaraba a Reuters que un equipo con una GPU 100 puede ganar 2.700 euros al mes sobre la base del valor presente del bitcoin, suponiéndole el coste mensual de electricidad en torno a 900 euros.
“A los kosovares les gusta copiar las cosas rápido. Si un adolescente está ganando dinero con monedas, se lo dirá a todos sus amigos y, antes de que te des cuenta, todos van a estar minando», afirma Dite Gashi, fundador de Blocknify, empresa que posibilita la firma de documentos usando la tecnología de encriptación de la blockchain.
La minería de criptomonedas resulta especialmente popular en el norte de Kosovo, área en su mayor parte poblada por serbios que no reconocen a las autoridades de Kosovo (ni a ninguna otra) y se niegan a pagar un solo euro por la electricidad, lo que obviamente deja mucho más beneficio sobre la mesa. Jovan Arsic, estudiante de Informática, reconoce haber estado ayudando a nuevos mineros serbios desde el año 2015 en esta zona, donde al menos existen “tres grandes granjas de minería”.
En un país sobre cuya economía pesa una oscura sombra y con una reciente historia tan turbulenta como la de Kosovo, es bastante probable que la afluencia de dinero hacia una industria —hasta hoy— desregulada por completo no deje de crecer, sino al contrario. Pero con una tasa de desempleo cercana al 35% de la mano de obra y decenas de jóvenes emigrando a diario de Kosovo o deseándolo, la minería digital puede ser una alternativa saludable a la búsqueda de trabajo en el extranjero.